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Mar 27

Fiebre amarilla, una enfermedad ausente gracias a la inmunización

  • El vector de la enfermedad es el Aedes Aegypti.
  • Vacunación permite inmunidad de por vida.
  • Es necesario descartar los criaderos para reducir la población de mosquitos.

conv-concursodms2014En proximidad al Día Mundial de la Salud, es de trascendental importancia hacer énfasis en los vectores (motivo principal de la campaña) que trasmiten enfermedades como la Fiebre Amarilla.

Con el lema “Pequeñas picaduras, Grandes amenazas”, el Ministerio de Salud recuerda que la Fiebre Amarilla es una enfermedad vírica aguda, hemorrágica, transmitida por mosquitos infectados. El término “amarilla” alude a la ictericia (coloración amarillenta de la piel y mucosas debida a un aumento de la bilirrubina) que presentan algunos pacientes.

La mortalidad de los casos graves no tratados puede llegar al 50%. Sin embargo, nuestro país no registra ningún enfermo por fiebre amarilla desde el 2012, según el esquema comparativo del boletín epidemiológico de la Dirección General de Vigilancia de la Salud. Es que a partir de ese año fue incluida la vacuna antiamarilica.

Nuestro país tuvo un brote importante de la enfermedad en el 2008, registrándose unas ocho defunciones y más de 25 casos de enfermos. Se calcula que cada año se producen en el mundo 200.000 casos de Fiebre Amarilla que causan unas 30.000 muertes.

Cabe recordar que este es un virus endémico en las zonas tropicales de África y América Latina, con una población de más de 900 millones de habitantes.

El número de casos de Fiebre Amarilla ha aumentado en los dos últimos decenios debido a la disminución de la inmunidad de la población, la deforestación, la urbanización, los movimientos de población y el cambio climático, según datos de la Organización Panamericana de la Salud.

La vacunación es la medida preventiva más importante contra la fiebre amarilla. Es segura, asequible, muy eficaz, y una sola dosis es suficiente para conferir inmunidad y protección de por vida, sin necesidad de dosis de recuerdo. Ofrece una inmunidad efectiva al 99% de las personas vacunadas en un plazo de 30 días.

El control de los mosquitos es fundamental hasta que la vacunación haga efecto. El riesgo de transmisión de la fiebre amarilla en zonas urbanas puede reducirse eliminando los potenciales criaderos de mosquitos y aplicando insecticidas al agua donde se desarrollan en sus estadios más tempranos o en su defecto, descartando los recipientes inservibles.

Combinada con las campañas de vacunación de emergencia, la fumigación con insecticidas para matar los mosquitos adultos puede reducir o detener la transmisión de la fiebre amarilla, “ganando tiempo” para que las poblaciones vacunadas adquieran la inmunidad.

Históricamente, las campañas de control de los mosquitos han tenido éxito en la eliminación de Aedis aegypti, el vector urbano de la fiebre amarilla en la mayoría de los países continentales de Centroamérica y Sudamérica. Sin embargo, los mosquitos de esta especie han recolonizado las zonas urbanas de la región y vuelven a suponer un riesgo.

Los pasos que debemos seguir, con cada tipo de criadero, son:

Recipientes de agua para consumo: mantener con tapa y solicitar la aplicación de larvicidas en caso de tanques de gran volumen.

Neumáticos usados: mantenerlo bajo techo, caso contrario proceder a realizar agujeros o rellenarlos con arena, de manera a que el espacio no almacene agua.

Recipientes diversos: todo aquello que puede acumular agua, tal como: juguetes, recipiente de plástico o utensilio de cocina en desuso dejados en el patio al aire libre, colocarlos en bolsas y eliminarlos con la basura.

Latas: eliminarlas con la basura si no es de importancia, caso contrario almacenarlas en lugar techado.

Botellas: preferiblemente mantenerlos bajo techo, caso contrario, colocarlas boca abajo.

Bebedero de animal: limpiar y cambiar el agua diariamente.

En caso de abandono temporal de los hogares por vacaciones, asegurarse de no dejar recipientes en los patios que puedan convertirse en criaderos o recipientes con agua en el interior de los domicilios.

El diagnóstico de la fiebre amarilla es difícil, sobre todo en las fases tempranas. Puede confundirse con el paludismo grave, el dengue hemorrágico, la leptospirosis, la hepatitis viral (especialmente las formas fulminantes de hepatitis B y D), otras fiebres hemorrágicas y otras enfermedades.

Los análisis de sangre permiten detectar anticuerpos específicos frente al virus. También se utilizan otras técnicas para identificar el virus en las muestras de sangre o en el tejido hepático obtenido en la autopsia. Estas pruebas requieren personal de laboratorio con gran capacitación, y materiales y equipos especializados.