- Es necesario controlar los vectores para evitar la enfermedad.
- Un importante sector de la población es propenso a contraer la enfermedad.
La enfermedad de Chagas es una de las enfermedades desatendidas más importantes de América Latina. Entre 6 y 9 millones de personas están infectadas y se calcula que ocurren aproximadamente 50.000 nuevos casos anualmente; acontece en áreas rurales pobres y registra un aumento importante en las áreas urbanas y periurbanas.
Se estima que 5,4 millones de personas desarrollarán enfermedad de Chagas cardiaca, mientras que 900 mil tendrán megaesófago y megacolon. Además, se ha confirmado su presencia en al menos 10 países no endémicos, como consecuencia del incremento de migraciones desde países endémicos.
En la actualidad hay en total 13 países latinoamericanos considerados endémicos de esta parasitosis, la cual puede encontrarse en todo su territorio o en parte de éste. Las formas de transmisión son vectorial (a través de la vinchuca), transfusional (sangre) y congénita (de madre a niño), así como otras vías alternativas (digestiva, trasplante, accidentes en laboratorios)
El MSPYBS, en la imperiosa necesidad de dar respuesta a estas poblaciones desatendidas, ha asumido el compromiso país enmarcadas en las metas 2015, establecidas en el 50º Consejo Directivo de la OPS/OMS-2010, de “disminuir la morbimortalidad mediante un mayor acceso de las personas infectadas, sintomáticas o asintomáticas, a los servicios de salud ampliando también la cobertura del diagnóstico, la atención médica de calidad y el tratamiento oportuno de los casos”.
Esta es la enfermedad tropical transmisible de mayor prevalencia en América Latina; con una carga de enfermedad, que en 1990 era cinco veces mayor que la carga del paludismo y mayor que la generada en las Américas por todas las otras enfermedades tropicales tomadas en conjunto. Aunque dicha carga producida por la enfermedad de Chagas disminuyó significativamente entre 1990 y el 2001, en este último año todavía era mayor que la producida individualmente por la malaria, la leishmaniasis, la lepra y la esquistosomiasis.
Propia de países en desarrollo, la enfermedad de Chagas está asociada con múltiples factores determinantes sociales y ambientales que exponen a millones de personas a la infección. Entre los principales factores determinantes presentes en vastas áreas de América Latina, se destacan: habitar en viviendas mal estructuradas y sin calidad —principalmente en zonas rurales y suburbanas— carecer de recursos, residir en áreas de pobreza, con inestabilidad social y económica, y muchas veces con altas tasas de migración, así como pertenecer a grupos vinculados con el trabajo agrícola estacional en zafras y cosechas. Esta enfermedad nutre y contribuye a perpetuar el ciclo de pobreza, al reducir la capacidad de aprendizaje, la productividad y la posibilidad de generar ingresos.
La estrategia de prevención y control de la enfermedad de Chagas debe ser eficaz y capaz de reducir la morbilidad, la mortalidad y el sufrimiento humano; así también debe ser eficiente y capaz de ahorrar recursos a los países mediante la reducción de los costos directos e indirectos relacionados con esta enfermedad.
Si bien se han logrado avances sustanciales, no todos los países han conseguido alcanzar las metas propuestas y se presentan nuevos desafíos principalmente la propagación de la enfermedad, debido a movimientos migratorios de personas que viven en países endémicos a países no endémicos, así como también, la necesidad de lograr la sostenibilidad de los programas, el enfrentamiento de situaciones de emergencia y reemergencia o desastres naturales, la necesidad de ampliar la cobertura de diagnóstico y tratamiento adecuados y la accesibilidad universal al tratamiento etiológico de la misma.