- Gripe, resfrío, otitis, laringitis y sinusitis, las más frecuentes durante las estaciones de frío.
- Se recomienda que ante fiebre o algún otro malestar, consultar al médico y no automedicarse.
Los cambios bruscos de temperatura favorecen la aparición de enfermedades que afectan las vías respiratorias, principalmente en lactantes y menores de dos años, entre ellas se encuentran los resfríos, la gripe o influenza, la laringitis, faringitis, otitis, sinusitis y amigdalitis.
La contaminación ambiental, el humo de tabaco, la quema de basura en los barrios, y el hacinamiento en lugares públicos como centros comerciales, supermercados, jardines infantiles, entre otros, son algunos factores que involucran también a la presencia de este tipo de enfermedades.
La mayoría de ellas son causadas por virus y afectan el sistema respiratorio, por eso se les llama <Enfermedades Respiratorias Virales>. En esta categoría entran desde los simples resfrío hasta otras más graves como la neumonitis y la bronco-pulmonía.
Afecciones respiratorias virales
Virus respiratorio Sincicial o respiratorio: conocido también como bronquiolitis, es una afección que condiciona la dificultad respiratoria y afecta principalmente a niños menores de 2 años que se encuentran por lo general en espacios cerrados como guarderías. Se presenta con tos excesiva, con dificultad para dormir y alimentarse, ruidos respiratorios semejantes a silbidos, diarrea con deshidratación y falta de oxigenación que aparece con coloración azulada, especialmente en la zona de los labios y las uñas.
Los síntomas más severos aparecen en bebés prematuros, lactantes y niños pequeños, pero también puede infectar a adultos mayores o de la tercera edad, provocando en estos casos neumonías.
La enfermedad comienza con un cuadro catarral acompañado de tos, secreción nasal y fiebre. Entre 24 y 48 horas comienza una dificultad respiratoria que altera la alimentación y el carácter en niños. Esta dificultad respiratoria puede requerir de internación hospitalaria, dependiendo de su gravedad.
La transmisión del virus se realiza de persona a persona mediante las secreciones respiratorias eliminadas por la tos, el mismo puede ingresar a través de la nariz, la boca o los ojos. El virus permanece además en manos y objetos tocados por la persona enferma por aproximadamente 6 horas.
Resfrío: es relativamente benigno y suele pasar sin necesidad de mayores cuidados. Los síntomas, por lo general, son leves e incluyen tos, congestión nasal, temperatura moderada (no en todos los pacientes) estornudo, en ciertos casos dolor de oído y decaimiento.
Gripe o influenza: es una de las enfermedades respiratorias virales más contagiosas y severas. Puede derivar fácilmente en infecciones respiratorias agudas, como bronquitis y neumonía. Los síntomas iniciales son parecidos al de un resfriado, pero mucho más agresivos. Se caracterizan por fiebre muy alta, compromiso respiratorio, congestión nasal, de oídos, decaimiento mayor, sensación de ahogo y malestar severo. Los más pequeños suelen presentar náuseas y vómitos que podrían deshidratarlos.
La gripe se transmite a través de las gotas de saliva diseminadas en el aire al hablar, toser o estornudar, y a través de las manos u objetos contaminados con el virus. En los niños se desarrollan con mayor facilidad complicaciones como laringitis, otitis, sinusitis y bronquitis. De no tratarse, podría comprometer otros órganos como las meninges.
Laringitis: La laringe es la zona más angosta de la vía respiratoria. Su inflamación (específicamente de sus cuerdas vocales), puede provocar una obstrucción de este conducto, impidiendo el paso del aire hacia los pulmones, situación especialmente crítica en los niños, pues su laringe es aún mas estrecha.
Los síntomas son similares al de un resfrío, junto con una tos ronca, afonía y posteriormente dificultad para respirar por falta de oxigenación, que podría derivar en una insuficiencia respiratoria. Este cuadro generalmente tiende a agravarse en la noche.
Faringitis: es la inflamación de la faringe (zona de la garganta entre las amígdalas y la laringe) y se manifiesta con irritación de la garganta, a veces de los ganglios linfáticos, dolor al tragar, fiebre, congestión nasal purulenta, dolor facial, de cabeza y de ciertas articulaciones. Normalmente no tiene complicaciones.
Otitis: es la inflamación del oído medio o externo es más frecuente, pero no exclusiva del invierno. Es una de las complicaciones más comunes de la influenza y afecta principalmente a lactantes y menores de tres años. Según las estadísticas, afecta a dos de cada tres niños y el peligro radica en que puede dañar la audición permanentemente.
Suele pasar inadvertida por los padres, porque sus síntomas no son tan visibles y para los bebés o preescolares es difícil expresar esta dolencia. La irritabilidad y el tocarse las orejas son claves que permiten sospecharla.
Puede presentarse fiebre -aunque en este caso puede ser muy leve- al igual que náuseas, vómitos, dolor de cabeza, diarrea y somnolencia. En algunos casos hay hinchazón y enrojecimiento en la zona de los oídos.
Sinusitis, amigdalitis: son otras enfermedades de la estación invernal. En casos extremos éstas pueden provocar patologías como meningitis, encefalitis e insuficiencias respiratorias.
Prevención
Para prevenir contagios, se recomienda el lavado frecuente de manos; cubrirse la boca y la nariza al estornudar y/o toser; evitar exponerse a cambios bruscos de temperatura, recintos cerrados y muy concurridos (supermercados, shoppings), espacios contaminados por cigarro, y ventilar frecuentemente los espacios, especialmente donde permanecen las criaturas.
Ante síntomas, consultar al servicio de salud más cercano.