- Éstas contienen calorías vacías, su consumo periódico y en exceso puede producir enfermedades como diabetes y otras de alto impacto en la calidad de vida.
- El agua potable no tiene grasas, calorías, carbohidratos ni azúcar, aumenta la energía, reduce el riesgo de sufrir ataque al corazón, entre muchos beneficios más para tu salud.
- Se recomienda aumentar el consumo de agua potable en temporada de altas temperaturas para evitar la deshidratación.
Durante la conferencia magistral de “Prevención de Enfermedades Crónicas desde la Infancia: un reto impostergable”, brindada por el experto en nutrición de la OMS y encargado de elaborar el Plan Mundial de Prevención de la Obesidad, Manuel Peña, el profesional recomendó reducir el consumo de bebidas azucaradas tales como gaseosas, jugos artificiales, entre otras.
Según lo señaló, este tipo de bebidas tiene mayor fuente de azúcar añadida, calorías vacías y tóxicas, pobre compensación calórica y cafeína, y agregó que el azúcar es adictiva, lo que implica que gradualmente la ingesta va aumentando.
“El ser humano no está preparado para consumir la cantidad de azúcar que estamos consumiendo en este momento”, sostuvo, enfatizando que ninguna bebida debe reemplazar al agua.
En cambio, el agua no tiene grasas, calorías, carbohidratos, ni azúcar; ayuda a perder peso, limpia el organismo, mejora la digestión y el estreñimiento. Reduce el riesgo de sufrir un ataque al corazón, beber la cantidad de agua adecuada puede reducir el riesgo de cáncer de colon; proporciona una piel sana y joven. El agua es vital para el buen funcionamiento del cuerpo, lo mantiene hidratado y favorece el óptimo funcionamiento de órganos como los riñones, los pulmones o el estómago.
Para evitar la deshidratación, es fundamental su consumo en mayor proporción durante la temporada de calor. Se recomienda ingerir por lo menos 2 a 3 litros de agua por día, no menos de esto.
La deshidratación es un cuadro bastante frecuente en esta época del año debido a las altas temperaturas y la proliferación de bacterias. Consiste en un trastorno en el que la cantidad de agua perdida por el organismo sobrepasa la cantidad del consumo. Los/as niños/as y los/as ancianos/as constituyen algunos de los grupos más vulnerables ante esta afección.
En las personas mayores, la función de los riñones se va reduciendo, el mecanismo que regula la sed puede dañarse, poseen una menor cantidad de agua en el cuerpo y algunos/as ancianos/as beben poco intencionalmente ya que sufren de incontinencia. Por ello, las personas mayores deben recibir cuidados constantemente para evitar un cuadro de deshidratación.